Varios países y
ciudades ya han sancionado leyes que regulan el consumo de sodio, buscando que la población llegue a los 5 gramos diarios por persona recomendados.
Para esta ley se realizó un estudio que contemplaba tanto
los factores de la salud de la población como las finanzas del Estado y las
familias. El reducir los riesgos de desarrollar enfermedades cardiovasculares,
no sólo repercute en el corazón de la población (ya que reduciría en un 11 por
ciento las muertes) sino también en el bolsillo, porque eso evita costos de
atención de salud. El informe calculó que se podrían ahorrar unos 4 millones de
dólares al año en los hogares de clase media y el Estado de Sudáfrica unos 51
millones en subsidios de salud para los hogares de bajos recursos.
El impacto en la mortalidad se reduciría en referencia a los
accidentes cerebrovasculares, cardiopatías isquémicas, insuficiencia cardíaca y
enfermedad renal (en estado terminal).
Siguiendo lo impuesto por Sudáfrica, ese mismo año Argentina
se convirtió el segundo país en replicar una normativa de este estilo, tomando
la iniciativa en América bajo el lema “Menos sal, más vida”. El espíritu de la
ley apunta a reducir el contenido de sodio en los alimentos procesados y
eliminar saleros en las mesas de los locales de venta de comida. También regula
las etiquetas de los envases de alimentos y las advertencias de excesos de sal,
fija que no se venda sal en envases mayores a 500 gramos y establece sanciones
para los infractores.
Aunque la norma se sancionó a finales de 2013, desde 2011 el
Ministerio de Salud contaba con la iniciativa del Plan Argentina Saludable Menos
Sal Más Vida, que trabajó en la reducción del consumo de sal a través de
acuerdos con la industria alimenticia y las panaderías artesanales. Argentina estaba muy lejos de los 5 gramos de
consumo diario que propone la OMS, ya que el país consumía 11, 2 gramos al
momento de sancionar la ley. En la región el nivel de consumo diario es alto,
Brasil 11 gramos, 9 en Canadá, en Chile
y en Estados Unidos. De los países más consumidores de sal están Hungría con 16-18
gramos diarios por persona y Barbados con 12-15.
Un antecedente también lo tuvo España en 2011, cuyo Congreso
sancionó la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición, que prohíbe la venta de
alimentos y bebidas con alto contenido en ácidos grasos saturados, ácidos
grasos trans, sal y azúcares en las escuelas infantiles. La nueva norma obliga
también a los centros escolares a elaborar menús especiales para celíacos.
Hace unos años se sumó la ciudad de Nueva York a la
iniciativa de reducir la sal. La ciudad obliga a las cadenas de restaurantes
de comida rápida a incluir una advertencia en los alimentos que contengan un
alto nivel de sal. Se marcará con un símbolo de un salero en los menús a
aquellos platos que superen el límite diario de sodio recomendado.
En Ecuador
Ecuador también se preocupó por educar y concientizar a la
población sobre qué es lo que está comprando y consumiendo. A partir del
sistema del Semáforo, los ecuatorianos pueden distinguir en las etiquetas de
los envases del supermercado si un alimento es alto en sal, grasa o azúcar. Los
productos que tienen niveles elevados de algunos de estos tres ítems marcan en
rojo la palabra, si es medio en amarillo y si es bajo en verde. También aclara
cuando no contiene alguno de estos tres ingredientes. El Reglamento del
etiquetado de alimentos procesados para el consumo humano fue elaborado por la
Agencia Nacional de Regulación y Control Sanitario (ARCSA) y se inspiró en el
Reino Unido.
Este sistema permite advertir a la población sobre los
alimentos que ingiere y busca reducir la obesidad, diabetes y enfermedades
cardiovasculares.
Otra reglamentación que tomó el país respecto a la sal es
que a través de la Ley 075 (1968) obliga a yodar la sal de consumo humano y
animal. Esto fue motivado por los problemas de desórdenes por deficiencia de
yodo que sufría un alto porcentaje de la población ecuatoriana. Las
consecuencias eran cretinismo endémico, caracterizado por el retardo mental
severo e irreversible; el enanismo, que implica el retardo en el crecimiento
físico, así como el bocio, manifestado con un agrandamiento de la glándula
tiroides. El resultado fue una mejora de un 99 % de mejora en esas enfermedades.
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